Una reconfortante reflexión atea
para cada día del año
Este Calendario ateo se publicó en mi muro de Facebook durante 2017 y 2018. El primero Sócrates, el 20 de marzo de 2017 y, por fin, José Saramago el 16 de noviembre de 2018. Esta serie de personajes y efemérides ateas, que hoy tienes entre manos, fue una labor de minuciosa recolección que fue creciendo con la complicidad de los amigos y amigas del Facebook. Una paciente labor que a veces se veía interrumpida por los excesos de la actualidad y otras calamidades. Pero con la voluntad puesta en culminar un año ateo de cabo a rabo. Y por fin se alcanzaron los 365 –366 ya que 2020 es bisiesto– capítulos. Prima en ellos la brevedad que exige Facebook, siempre aderezado con un toque desdramatizador e irónico del que carecen los calendarios. Mi amigo Juan José hizo el resto, que no es poco: maquetación, edición, diseño y, sobre todo, ha sido quien ha apostado y trabajado duro para que este Calendario ateo tenga hoy una apariencia real, trasladándolo desde la virtualidad de la red social a la certidumbre del papel. En fin, este Calendario ateo no pretende ser un catálogo de ateos más menos famosos, ni recrear día tras día citas de personajes. En la modestia de este trabajo late la voluntad de las tesis ateas y, cómo no, el cuestionamiento de los dogmas en general. También trata de rehabilitar la moralidad e integridad de los ateos y las ateas que en el mundo han sido denigrados y sometidos a acusaciones tan extravagantes como injustas, rescatarlos de la mala fama que han soportado durante la historia de este mundo y concluir que ser ateo es bueno. Y que el ateísmo es una respuesta a los grandes interrogantes mucho más sólida, honesta y razonable que la que ofrecen la superstición y otras religiones. Sin embargo, a lo largo de los siglos, los ateos han padecido lo suyo y sus enemigos religiosos, «siegos de odio y aborresimiento», los han perseguido, decapitado, quemado y exterminado. Nada, pues, que envidiar a lo que se explica en cualquier calendario o santoral religioso. Tengo para mí que los creyentes tienen sentimientos contrapuestos por los ateos, cuando no es aborrecimiento es lástima: «Pobres ateos, ni están bien en este mundo, ni lo estarán en el otro», dicen. Yo los escucho desde hace muchos años y sigo pensando como aquel gran ateo de la Ilustración, Sylvain Maréchal: «Tengo tanta necesidad de Dios como él de mí». Así que, tranquilos, no preocuparos por nosotros, los ateos estamos muy bien como estamos. Pepe Pettenghi

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